El precio incluye un elemento temporal,
que tiende a decrecer al aproximarse la fecha de expiración del contrato de la opción.
Es decir, cuanto menos le quede de vida a la opción de compra menor será su
valor, puesto que menos probabilidades tiene el precio de mercado de superar al
de ejercicio (o de ser inferior al mismo, si nos referimos a las opciones de venta).
Volvamos a observar el ejemplo mostrado en la figura 3, en el que podemos ver
como si la opción sobre el Ibex-35 vence en Enero, vale menos que si lo hace en
Febrero y ya no digamos si es en Marzo.
Un corolario importante es que, por lo general, un inversor preferirá no ejercer
una opción de compra antes de la fecha de expiración del contrato, debido a
que, incluso, si el precio de mercado, S, supera al precio de ejercicio, X, aún hay
tiempo para que aquél se incremente aún más. Asimismo, el poseedor de una opción
conseguirá un mayor rendimiento vendiéndola en lugar de comprar la acción
subyacente correspondiente y enajenándola seguidamente. En el caso de la figura
3, nos dan 210 puntos (2.100 euros) por la opción de compra con precio de ejercicio
9.800 y vencimiento en Enero, lo que es preferible a comprar el activo subyacente
por 9.800, su precio de ejercicio, y venderlo en 9.890,2 puntos, su precio de
mercado (ganancia 90,2 puntos o 902 euros).
La diferencia (119,8 puntos o 1.198
euros) es conocida como el valor del elemento temporal de la opción, que refleja la ganancia potencial de un posterior aumento esperado en el precio de la acción, que
puede tener lugar en el tiempo que resta hasta la expiración del contrato (véase la
zona sombreada de la figura 2). En la figura 5 se muestra como conforme se aproxima
la fecha de vencimiento de la opción su valor de mercado tiende a fundirse
con su valor teórico o intrínseco. Sobre este tema volveremos en el epígrafe siguiente.
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