El análisis de proyectos de inversión forma parte del presupuesto de capital de la empresa
y, como éste último, tiene como objetivo principal el de maximizar el valor de la empresa;
para ello deberemos responder a dos cuestiones:
a) ¿Qué proyectos hay que elegir entre las diversas alternativas excluyentes?
b) ¿Cuántos proyectos deberán ser aceptados?.
Como es lógico, cuando sometamos varios proyectos de inversión a los diversos
criterios de valoración observaremos que las decisiones no siempre coinciden, de ahí
que sea útil establecer algunas normas. La regla para conseguir una decisión óptima
constará de cuatro características (el criterio del valor actual neto es el único que las
cumple):
1. Tendrá en cuenta todos los flujos de caja de la inversión.
2. Descontará los flujos de caja al coste de oportunidad del capital apropiado, que
será establecido por el mercado.
3. Seleccionará de todos los proyectos mutuamente excluyentes aquél que maximice
la riqueza de los accionistas.
4. Permitirá a los directivos considerar cada proyecto independientemente de los
demás. A esto se le denomina principio de aditividad del valor (es decir, si sumamos
el valor de todas las inversiones acometidas por la empresa obtendremos
el valor de ésta última). Este principio implica que no hace falta estudiar
qué combinación de proyectos maximiza el valor de la empresa, sino que basta
con saber lo que cada uno aporta al valor total de la empresa para saber cuál es
el mejor, cuál el segundo, etc.
John Graham y Cambell Harvey realizaron el año 2001 un completísimo estudio
del uso de las diferentes técnicas y modelos enunciados en la “teoría financiera de la
empresa” por parte de 392 directivos de un amplio espectro de empresas norteamericanas
sus principales conclusiones son: “las grandes empresas confían firmemente en las
técnicas de valor actual y en el modelo de valoración de activos de capital mientras que
las empresas pequeñas están relativamente a gusto utilizando el criterio del plazo de recuperación.
Un sorprendente número de compañías utilizan el riesgo de la empresa más
bien que el riesgo del proyecto en la valoración de nuevas inversiones.
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