Esta metodología, que ha comenzado a utilizarse en los últimos años del siglo XX de
forma complementaria al VAN, consiste en valorar los activos (proyectos de inversión,
empresas, etcétera) como si fueran opciones; esto es, el propietario tiene el derecho a
realizar el proyecto, pero no la obligación, y por ello paga un precio –la prima de la opción-.
En el caso de los proyectos de inversión este método demuestra su utilidad cuando
el VAN medio esperado esta próximo a cero, hay una gran incertidumbre sobre su
valor, y el decisor se puede aprovechar de ello. La metodología utilizada es la misma
que la de la valoración de opciones financieras. Entre las opciones reales más conocidas
están las de: diferir, ampliar, reducir, cerrar temporalmente, abandonar, aprendizaje,
compuestas, etc
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