Los criterios del VAN y de la TIR suelen coincidir a la hora de determinar qué inversiones
son efectuables y cuáles no (en el punto 7.3 veremos una excepción importante). Pero
en el momento de decidir qué inversión es mejor que otra u otras, ambos métodos no
tienen por qué coincidir.
Cuando tenemos que jerarquizar una serie de proyectos de inversión cuyo TIR supera la tasa de rendimiento requerida (k), es decir, que son efectuables, elegiremos primeramente aquél proyecto que proporciona la mayor tasa de rendimiento, en segundo lugar situaremos al que proporciona la segunda mejor tasa de rendimiento y así sucesivamente.
Si ahora jerarquizásemos dichos proyectos según el procedimiento analizado en el método VAN observaríamos cómo no ocupan necesariamente el mismo lugar en ambas listas. Veámoslo mediante un ejemplo: Las inversiones Alfa y Beta constan de los siguientes flujos de caja:
Cuando tenemos que jerarquizar una serie de proyectos de inversión cuyo TIR supera la tasa de rendimiento requerida (k), es decir, que son efectuables, elegiremos primeramente aquél proyecto que proporciona la mayor tasa de rendimiento, en segundo lugar situaremos al que proporciona la segunda mejor tasa de rendimiento y así sucesivamente.
Si ahora jerarquizásemos dichos proyectos según el procedimiento analizado en el método VAN observaríamos cómo no ocupan necesariamente el mismo lugar en ambas listas. Veámoslo mediante un ejemplo: Las inversiones Alfa y Beta constan de los siguientes flujos de caja:
Alfa: - 180 / 15 / 90 / 165
Beta: - 180 / 150 / 75 / 15
Si el tipo de descuento es el 10% el VAN(alfa) = 32 mientras que el VAN(beta)
= 29,6 lo que parece indicar que es preferible el proyecto Alfa. Por otra parte, si los jerarquizamos
según la tasa de rendimiento, la TIR(alfa) = 17,4%, mientras que la
TIR(beta) = 22,8%. Esto último parece indicar que sería preferible Beta.
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