La lógica de este método de valuación es consistente con la teoría actuarial. Para la estimación de cada uno de sus componentes se considera la información histórica disponible, se calcula el fl ujo de fondos que hubiera correspondido a cada período y se deriva una función de distribución. Esta función de distribución o bien se utiliza como función empírica para realizar los cálculos o bien se asimila a una función de distribución usual a partir de técnicas de ajustamiento. Uno de los principales riesgos al trabajar con esta metodología es que pondera de igual manera la información histórica más reciente respecto de la anterior. Y el factor tiempo infl uye de manera tendencial en los índices climáticos, pudiendo no resultar representativa de la distribución futura una basada en observaciones de muchos años hacia atrás.
Debe lograrse entonces un objetivo entre signifi catividad estadística en términos de observaciones y también respecto a la capacidad para refl ejar el comportamiento futuro. A fi n de evitar esta última desventaja, existen modelos en donde se propone la incorporación de pronósticos respecto al comportamiento futuro del clima. Aquí, no sólo debe verifi carse la veracidad de la información en la cual descansa la estimación sino la credibilidad de estos pronósticos. La disponibilidad de información no es un tema menor al momento de la valuación. La segunda alternativa para determinar el precio de una opción sobre índices climáticos es considerar el comportamiento estocástico del índice, y, a partir del mismo, inferir el flujo de fondos que generará. Trabajos publicados por el CME muestran como alternativa para la valuación derivar la función de densidad del indicador (HDDs, CDDs) y considerar el valor esperado del pay off como la integral, para todo el dominio, de la función de densidad por el valor del pay off correspondiente:
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