Dada una visión integrada del riesgo, los derivados climáticos son una posible respuesta a los riesgos originados por la incertidumbre climática. El contar con una cobertura apropiada implica un costo pero, de acuerdo a como esté correlacionado el riesgo con el resultado, el decisor considerará oportuno, o no, incurrir en él. Un punto importante será entonces determinar cuál es el precio correcto de los contratos anteriormente mencionados. A partir de este objetivo, gran parte de la bibliografía se ha centrado en examinar las distintas alternativas de valuación de los instrumentos derivados.
La similitud de estos contratos con los derivados fi nancieros puede sugerir la posibilidad de asimilar, a su vez, las técnicas de valuación. Sin embargo, la principal diferencia radica en que el activo subyacente en este caso no se negocia en el mercado, no pudiendo utilizar el modelo de Black & Scholes puesto que éste sustenta en replicar el pay off del derivado actuando dentro del mercado de activos. Todo modelo cuyas conclusiones estén basadas en demostrar que el precio justo es aquel que no permite arbitrar en el mercado pierde sentido al no ser el índice climático un producto transable. Y esta es la primera difi cultad que puede encontrarse al valuar estos instrumentos.
Algunos autores (Jewson y Zervos (2003)) han trabajado sobre modelos de mercado asumiendo liquidez en el mercado de Swaps climáticos. Calculan el precio de una opción generando una estrategia de no arbitraje entre la opción y los swaps negociados en el mercado; dando lugar a un modelo similar al modelo de Black. El problema que aún se presenta es que los mercados no son los sufi cientemente líquidos como para dar soporte a estos modelos propuestos.
La alternativa que se maneja usualmente, es la de utilizar técnicas actuariales en la valuación. De la misma manera que ocurre con las primas de los contratos de seguro, para valuar el contrato se recurre a información histórica que permita encontrar una regularidad estadística y, por lo tanto, otorgue una probabilidad de ocurrencia a cada escenario. En este caso, entonces, el problema será conocer cómo trabajar con estos
datos y qué tipo de datos resultan confi ables. Al utilizar técnicas actuariales, tendremos en cuenta entonces información del pasado para otorgar un valor justo a una contingente erogación de fondos futura. El componente estocástico de estos instrumentos será el valor que tome el índice climático.
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