Comencemos por los costos de cada componente. Sería ideal que el WACC pudiera ser
observado directamente, pero esta situación es rara en la práctica. Si bien la tasa requerida por la
deuda puede ser acotada con bastante precisión, el costo del capital propio suele estimarse por los
rendimientos requeridos en el mercado de capitales para las acciones, usando modelos como el
Capital Asset Pricing Model (CAPM) el Arbritrage Pricing Theory (APT) o el Growth Dividend
Model (GDM).
La valuación de empresas en mercados emergentes es más complicada y ciertamente la
metodología del flujo de fondos descontado es más difícil de aplicar en esos ambientes y está sujeta
a una mayor posibilidad de errores. Aún así puede ser mejor que confiar en múltiplos o mismo en el
valor de mercado de una empresa. En los países emergentes, valuar una empresa que no tiene
cotización en los mercado de valores, es una tarea que los consultores tienen que enfrentar con
frecuencia.
Las firmas de capital cerrado en muchos casos suelen ser empresas familiares, y suelen presentar
una serie de características que las diferencia de aquellas que están bajo la mirada del mercado de
capitales. Sin embargo, debería existir un modelo de validez razonablemente general debería poder
ser aplicable a cualquier empresa.
El costo de la deuda es más fácil de determinar. El dilema es como determinar el costo del capital
propio en una firma de capital cerrado, donde no hay betas observados ni valores de mercado. En
primer lugar, debemos decir que el principio universal debe seguir aplicándose; el rendimiento que
esperan obtener tanto los accionistas de una firma de capital abierto como de capital cerrado
representa un costo de oportunidad: el rendimiento de oportunidad que puede obtenerse en una
alternativa de riesgo similar.
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