Cuando se trabaja con el caso general, una serie de cuestiones surgen inmediatamente que deben
ser consideradas en el diseño del cash flow:
• ¿Qué cantidad de períodos debe considerarse como período de proyección explícito?
• ¿Cuál es el valor terminal o continuo que seguirá a ese período explícito, si la empresa
continuará sus operaciones?
• ¿Podemos calcular el valor terminal como un valor de liquidación, asumiendo que la firma
vendería sus activos al finalizar el período de proyección explícito?
A veces se proyectan los cash flows período a período hasta el punto donde la incertidumbre
haga que la gerencia se sienta “incómoda”. A veces la naturaleza del negocio puede jugar un rol
particular, otras la política de la gerencia o alguna circunstancia especial pueden determinar el
horizonte de tiempo.
Por otra parte, cinco o diez años aparecen como una duración arbitraria usada a
menudo.
Si durante el período de proyección explícito ( que llamaremos período “T” ) se asumen ciertas
hipótesis en torno a la evolución de las ventas, este cambio en la actividad de la firma
inmediatamente modifica el cash flow a partir de los resultados y los cambios en los requerimientos
del capital de trabajo y activos fijos, de ser necesarios para producir esas ventas.
Una vez que la
empresa alcanza un estado estacionario y las ventas se estabilizan y con ello los resultados y las
variaciones en el capital de trabajo, los flujos de fondos también se estabilizan y entonces podemos
dar por concluido el período de proyección explícito. No existe una regla fija para la duración del
mismo. Simplemente debe estirarse su duración hasta un período “T” donde la empresa alcanza un
estado estacionario.
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