Conocida por sus siglas en inglés ROI (return on investment) o ROIC (return on invested
capital) consiste en dividir el beneficio antes de intereses después de impuestos medio
del proyecto (que se puede calcular multiplicando el beneficio antes de intereses e
impuestos por 1-t donde t es el tipo impositivo sobre los beneficios) entre el valor contable
medio del activo durante la vida del proyecto.
Entre las características de este método caben destacar que no tiene en cuenta el
valor temporal del dinero y que trabaja con flujos de renta (beneficios) en lugar de con
flujos de caja. Por otra parte, los cambios en el sistema de amortización afectan al beneficio
operativo y, por tanto, al ROI aún cuando permanezca invariable el flujo de caja.
Además, debido a que el sistema de amortización va reduciendo el valor contable de la
inversión, el ROI tiende a ir aumentando a lo largo del tiempo, por lo que el uso del
valor contable de los activos del proyecto puede resultar inadecuado para medir el
rendimiento. Por todo esto, éste es un método cada vez menos utilizado.
Supongamos un proyecto de inversión, que implica invertir 100.000 euros en la
actualidad, se extiende a lo largo de tres años al final de los cuales se pueden recuperar
10.000 euros del coste inicial del proyecto. Cada año se amortizan 20.000 euros, y el
BAIDT medio es de 30.000 euros. El valor medio de la inversión a lo largo de la vida
de la misma es igual a la media aritmética de su valor en el momento inicial y en el final
(100.000 + 10.000) / 2 = 55.000.
La tasa de rendimiento contable será igual a: 20.000 / 55.000 = 0,363
Según este método si el coste de oportunidad de capital es inferior, el proyecto
se llevará a cabo, en caso contrario se desechará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario