El ciclo económico puede identificarse a partir de la pendiente de la curva de rendimientos. Dicha pendiente puede ser resumida por la diferencia entre las tasas de interés corrientes de largo plazo y corto plazo. Este diferencial es usado a menudo como un predictor del crecimiento, la inflación, la tasas de interés y las decisiones de política monetaria. Una curva con pendiente positiva, está asociada con un incremento del producto del período siguiente, así como con un incremento de la inflación futura y en las tasas de interés de corto plazo.
En cambio, una curva con pendiente negativa, se asocia como un indicador de recesiones futuras. Debe tenerse presente que esta relación se da en países donde no existe riesgo de default. En aquellos países o mercados con riesgo de default la pendiente de la ETTI sólo refleja una situación de riesgo. Este concepto se ampliará más cuando se vea la ETTI en países emergentes.
Un ejemplo de la capacidad predictiva de la ETTI, podría ser calcular una serie histórica del diferencial de tasas de interés de largo plazo y corto plazo y confrontarla con la tasa de crecimiento del PBI de ese país.
Esto se puede ver para el período 1979-1996 para los EEUU, como en la figura de abajo
Así se puede observar como en junio de 1978, en pleno auge de la economía, la curva de rendimientos empezó a tener pendiente negativa anticipando la recesión que comenzó en enero de 1980. En octubre de 1982, en plena contracción , el diferencial de tasa de largo y corto plazo pasó a ser positivo, a medida que se vislumbraba el fin de la recesión. La pendiente de la curva estaba presagiando la fuerte recuperación del producto que se produciría en 1983.
El 1ro de octubre de 1987 se produce el crash en el mercado bursátil, provocando sucesivas bajas en las tasas de corto. A pesar de estas bajas, el diferencial de tasas se mantuvo casi constante adelantando una tasa de crecimiento del producto cercana al 4% en 1988.
La recesión de principios de los 90´ ( suba de costos, guerra en oriente medio y caída récord en el nivel de confianza del consumidor) también fue “anunciada” (8 meses antes) por la curva: en enero de 1989, en pleno auge, la tasa de corto plazo habría comenzado a superar a la de largo plazo.
En 1991, las tasas ya estaban dando una pauta de que el fin de la recesión se acercaba. El spread entre la tasa de corto y largo se incrementó, presagiando la recuperación de 1992 (2.6%).
Si bien en 1993, el producto continuó incrementándose, comenzó a disminuirse el spread entre las tasas anticipando la política más restrictiva que sobrevino en 1994.
Esto es un ejemplo del poder predictivo de la curva
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